miércoles, 13 de junio de 2012

Test Binet


No hay otra cosa psicológica cuya dimensión interese más a los psicólogos que la inteligencia. En los últimos 75 años era preocupación constante desarrollar test apropiados para cuantificar la faceta inteligente de la personalidad. Medir la inteligencia en cuanto a un constructo general es imposible. Sólo se pueden medir hechos simples y repetibles. En psicología sólo pueden medirse respuestas conductuales. A fuerza de investigación experimental y con los recursos matemáticos de análisis factorial, competentes psicólogos de varios países han acometido y cumplido esa tarea. Las teorías que condujeron a test confiables de inteligencia pueden reducirse a tres: la de Bidet y Simon; la de Spearman y Thurstone; y la de Thorndike y sus colaboradores.
Fueron el primer Alfred Binet junto a su colega Théodore Simon, diseñando, un test para la medida de la capacidad mental en los niños, la escala Binet-Simon, aparecida en 1905. Esta escala consistía en una serie de problemas destinados a medir la inteligencia general, donde los diferentes ítems estaban graduados según el nivel de edad al que la media de los niños podían resolverlo. La puntuación de un niño, basada en el número de respuestas correctas, marcaba la llamada “edad mental” del niño, que, dividida entre la edad cronológica, permitía obtener un índice (el “cociente” intelectual) que, multiplicado por cien, sigue siendo la medida típica de los tests de inteligencia general.
Ellos, también indican el nivel en que se encuentra una persona en relación con cien personas de la misma edad cronológico grupo comparativo. El sujeto promedio queda en el centil cincuenta; el mejor ubicado, en el noventa y nueve y el peor situado, en el centil uno.

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